Sí, estoy empezando a sentir esa extraña sensación que no quiero sentir. Esa mezcla entre felicidad cuando la veo y tristeza por no poder estar con ella. No quiero sentirlo, no puedo aceptarlo, pero... no puedo remediarlo, es inevitable verla y no sentir escalofríos e imaginar cómo sería mi vida si ella estuviese conmigo. No, mi primera reacción al verla no es un terrible deseo por simplemente besarla. Es más que eso. Es una sensación de alivio porque sé que tengo su cariño, pero a la vez de impotencia porque sé que no puedo ni podré tener más que eso, su cariño. Necesito más. Quiero sentir la seguridad de que ella estará a mi lado pase lo que pase, me apoyará y me respaldará, me querrá, me besará o me dedicará palabras que solo pueden decirse a la persona a la que de verdad quieres.
Aún no lo he asimilado. En realidad, siempre había sentido lo mismo, pero de algún modo supe controlar ese sentimiento que ha estado latente durante mucho tiempo. Sin embargo, ahora se me está yendo de las manos y no puedo manejar mis sentimientos. No puedo olvidar lo que siento, no puedo verlo todo de otra manera. Creo que me está gustando demasiado...
En realidad, es normal sentir lo que siento. ¿Qué chico no sentiría lo mismo que yo por una chica como ella? Claro que, a los ojos del "enamorado" todo se ve perfecto, y a parte está la realidad. Y esa realidad es la que de vez en cuando puede ayudarte a reaccionar, y darte cuenta de que no vas a llegar muy lejos sintiendo lo que sientes...o sí. Pero creo que en el fondo prefiero vivir dentro de ese mundo en el que todo lo veo perfecto, su sonrisa, sus ojos, su cuerpo, su voz, sus movimientos...todo es perfecto.
En definitiva, sí, lo acepto, me gusta, no puedo hacer ni decir nada más. Es todo. Me gusta, la quiero.
domingo, 25 de septiembre de 2011
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Molly las tiene contadas...
Hoy ya no tenía fuerzas como para mantenerse en pie. Un cáncer en fase terminal está acabando con sus días de vida. Molly tiene las horas contadas...
Sin embargo, sus hijas no parecen preocuparse demasiado por ella. Bernice, la mayor, intenta hacer ver que vive agobiada por su trabajo y familia. En cambio, el resto de sus familiares sabemos que trabaja como una simple telefonista en una sencilla oficina, y que, aunque tiene a tres monstruos por hijos, también tiene un marido y una canguro dispuesta a cuidar de ellos siempre que quieran. La pequeña, Alice, aún vive con su madre y ha tenido que ser ingresada en centros psiquiátricos en varias ocasiones. Algunos creen que únicamente pretende llamar la atención, otros piensan que la falta de madurez y el exceso de caprichos han hecho que su cerebro se debilitase.
A pesar de todo esto, Molly no está sola. Su hermana y vecina Ginger siempre ha estado ahí, y junto a ella, sus hijos. Tanto es así, que desde que la pobre Molly cayó enferma, Ginger pasó a vivir a casa de su hermana, y sus sobrinos ayudan a cuidarla en lo que pueden. Sin embargo, el importante sacrificio que está haciendo Ginger por su hermana no está siendo reconocido. Hay algo en Molly que a nadie le cuadra, algo que intenta ocultarnos, pero nadie consigue saber cuál es ese gran secreto que esconde. Desde siempre ha protegido de manera sobrenatural a sus hijas. Intenta engañarse a sí misma pensando que si Bernice ni siquiera acude a visitarla o no llama preguntando por ella, es porque es una mujer muy ocupada, con un importante cargo y una familia a la que cuidar. Ginger no aguanta más la situación. Por suerte, puede apoyarse en cualquiera de sus siete hijos, los cuales están pendientes de ella las veinticuatro horas del día, yendo de paseo con ella y ofreciéndole su casa como medio de "desconexión" momentánea de esa situación de estrés que día y noche está viviendo y de la que no sabe cómo escapar. En cambio, el amor por su hermana puede superar cualquier barrera. Ginger, a sus ochenta y tres años, sigue todavía dispuesta a cuidar de Molly en todo momento. Lo más grave es que sus sobrinas Bernice y Alice no son conscientes (o aparentan no serlo) de que una anciana de casi un siglo de vida no puede cuidar de otra anciana que ni siquiera puede valerse por sí misma. Ellas permiten que esa situación se desarrolle y, lejos de ayudar, solo son un estorbo. Por otro lado, son los hijos de Ginger los que, como pueden, intentan solucionar todo este asunto y poner a cada persona donde le corresponde estar.
Quizá esta sea la última semana de Molly, o quizá todavía le queden algunos días más. Lo que sí creo firmemente (aunque quizás me equivoque) es que algo importante puede ser desvelado tras su muerte. Una simple carta, un simple objeto...Hasta entonces, ella seguirá ahí, tumbada en su cama, hinchada y pálida, esperando a que llegue ese momento que todos sabemos que llegará, pero que igualmente nos sorprenderá.
Sin embargo, sus hijas no parecen preocuparse demasiado por ella. Bernice, la mayor, intenta hacer ver que vive agobiada por su trabajo y familia. En cambio, el resto de sus familiares sabemos que trabaja como una simple telefonista en una sencilla oficina, y que, aunque tiene a tres monstruos por hijos, también tiene un marido y una canguro dispuesta a cuidar de ellos siempre que quieran. La pequeña, Alice, aún vive con su madre y ha tenido que ser ingresada en centros psiquiátricos en varias ocasiones. Algunos creen que únicamente pretende llamar la atención, otros piensan que la falta de madurez y el exceso de caprichos han hecho que su cerebro se debilitase.
A pesar de todo esto, Molly no está sola. Su hermana y vecina Ginger siempre ha estado ahí, y junto a ella, sus hijos. Tanto es así, que desde que la pobre Molly cayó enferma, Ginger pasó a vivir a casa de su hermana, y sus sobrinos ayudan a cuidarla en lo que pueden. Sin embargo, el importante sacrificio que está haciendo Ginger por su hermana no está siendo reconocido. Hay algo en Molly que a nadie le cuadra, algo que intenta ocultarnos, pero nadie consigue saber cuál es ese gran secreto que esconde. Desde siempre ha protegido de manera sobrenatural a sus hijas. Intenta engañarse a sí misma pensando que si Bernice ni siquiera acude a visitarla o no llama preguntando por ella, es porque es una mujer muy ocupada, con un importante cargo y una familia a la que cuidar. Ginger no aguanta más la situación. Por suerte, puede apoyarse en cualquiera de sus siete hijos, los cuales están pendientes de ella las veinticuatro horas del día, yendo de paseo con ella y ofreciéndole su casa como medio de "desconexión" momentánea de esa situación de estrés que día y noche está viviendo y de la que no sabe cómo escapar. En cambio, el amor por su hermana puede superar cualquier barrera. Ginger, a sus ochenta y tres años, sigue todavía dispuesta a cuidar de Molly en todo momento. Lo más grave es que sus sobrinas Bernice y Alice no son conscientes (o aparentan no serlo) de que una anciana de casi un siglo de vida no puede cuidar de otra anciana que ni siquiera puede valerse por sí misma. Ellas permiten que esa situación se desarrolle y, lejos de ayudar, solo son un estorbo. Por otro lado, son los hijos de Ginger los que, como pueden, intentan solucionar todo este asunto y poner a cada persona donde le corresponde estar.
Quizá esta sea la última semana de Molly, o quizá todavía le queden algunos días más. Lo que sí creo firmemente (aunque quizás me equivoque) es que algo importante puede ser desvelado tras su muerte. Una simple carta, un simple objeto...Hasta entonces, ella seguirá ahí, tumbada en su cama, hinchada y pálida, esperando a que llegue ese momento que todos sabemos que llegará, pero que igualmente nos sorprenderá.
sábado, 17 de septiembre de 2011
Porque la "Esperanza" es lo último que se pierde...
Y es que no podía empezar hablando de otro tema que no fuese este. Últimamente ya somos demasiadas las personas que nos estamos viendo perjudicadas por las medidas que Doña Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha decidido implantar debido a la crisis que todos (y por todos me refiero a los no-políticos españoles) estamos intentando atravesar.
En primer lugar, esta señora ha decidido reducir la plantilla de profesores de secundaria en torno a un 15%, lo que significa que unos tres mil docentes de diferentes institutos públicos han sido mandados directamente a la cola del INEM. Este acto es en mi opinión, una completa falta de respeto hacia todos esos profesores que han tenido que pasar por una dura oposición y, a pesar de haberla aprobado, no obtienen una plaza fija en un centro, y ahora ni siquiera obtienen un salario. Parece mentira que doña Esperanza ("Espe" para sus amigos y no tan amigos) quiera luego disfrazar este recorte, señalando y recalcando que el Estado se encuentra en un período de crisis, por lo que es necesario hacer estos recortes. Sin embargo, ella y otros muchos políticos creen más necesaria la utilización de coches oficiales para ir a la peluquería (como es el caso de Ana Botella), o el uso de "modelitos" que solo serán utilizados en una ocasión, y que no han sido precisamente baratos.
Por otra parte, estos recortes traerán graves consecuencias para los alumnos, entre las que destaca la exterminio total de los desdobles en asignaturas como matemáticas, lengua castellana o lengua inglesa; reducción o eliminación de las actividades extraescolares, así como las diferentes optativas que hay que elegir cada curso, desaparición del servicio de préstamo de libros en las bibliotecas de los institutos, aumento de alumnos por clase, y un largo etcétera. A esto he de decir únicamente que desde aquí invito a la presidenta a asistir a una clase de primero de bachillerato con treinta y siete alumnos, bastante de los cuales tienen un comportamiento y una actitud que dejan mucho que desear, a ver si de verdad ofrece estas medidas, o si finalmente las cambia...
En definitiva, las medidas que ha tomado nuestra presidenta son totalmente deleznables e incoherentes, puesto que, en mi opinión, está dejando a la enseñanza pública como un tipo de enseñanza de baja calidad, cuando puedo confirmar que no es así. Creo que son incoherentes puesto que, al animar a los padres a que metan a sus hijos en un colegio privado, está perdiendo dinero a largo plazo para el Estado, puesto que cada vez menos alumnos van a asistir a un colegio público. Por último he de decir que Siento una gran impotencia al observar después cómo las familias quedan totalmente engañadas y apoyan sus propuestas y medidas, y en las elecciones, deciden votarla.
En primer lugar, esta señora ha decidido reducir la plantilla de profesores de secundaria en torno a un 15%, lo que significa que unos tres mil docentes de diferentes institutos públicos han sido mandados directamente a la cola del INEM. Este acto es en mi opinión, una completa falta de respeto hacia todos esos profesores que han tenido que pasar por una dura oposición y, a pesar de haberla aprobado, no obtienen una plaza fija en un centro, y ahora ni siquiera obtienen un salario. Parece mentira que doña Esperanza ("Espe" para sus amigos y no tan amigos) quiera luego disfrazar este recorte, señalando y recalcando que el Estado se encuentra en un período de crisis, por lo que es necesario hacer estos recortes. Sin embargo, ella y otros muchos políticos creen más necesaria la utilización de coches oficiales para ir a la peluquería (como es el caso de Ana Botella), o el uso de "modelitos" que solo serán utilizados en una ocasión, y que no han sido precisamente baratos.
Por otra parte, estos recortes traerán graves consecuencias para los alumnos, entre las que destaca la exterminio total de los desdobles en asignaturas como matemáticas, lengua castellana o lengua inglesa; reducción o eliminación de las actividades extraescolares, así como las diferentes optativas que hay que elegir cada curso, desaparición del servicio de préstamo de libros en las bibliotecas de los institutos, aumento de alumnos por clase, y un largo etcétera. A esto he de decir únicamente que desde aquí invito a la presidenta a asistir a una clase de primero de bachillerato con treinta y siete alumnos, bastante de los cuales tienen un comportamiento y una actitud que dejan mucho que desear, a ver si de verdad ofrece estas medidas, o si finalmente las cambia...
En definitiva, las medidas que ha tomado nuestra presidenta son totalmente deleznables e incoherentes, puesto que, en mi opinión, está dejando a la enseñanza pública como un tipo de enseñanza de baja calidad, cuando puedo confirmar que no es así. Creo que son incoherentes puesto que, al animar a los padres a que metan a sus hijos en un colegio privado, está perdiendo dinero a largo plazo para el Estado, puesto que cada vez menos alumnos van a asistir a un colegio público. Por último he de decir que Siento una gran impotencia al observar después cómo las familias quedan totalmente engañadas y apoyan sus propuestas y medidas, y en las elecciones, deciden votarla.
Todos tenemos una "primera vez"
Y esta es la mía... La primera vez que escribiré (o por lo menos lo intentaré) en mi propio blog. No sé quién va a ser capaz de leerlo, pero todo aquel que lo lea tendrá que estar preparado para asimilar mis opiniones sobre cualquier tema que se me pueda ocurrir, así como algunas de mis propias vivencias y experiencias. Dicho y advertido esto, ¡empecemos a "converseconvakerosear"!
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