miércoles, 7 de diciembre de 2011

:)

No sé por qué, estos días estoy especialmente sentimental, y añoro esos momentos de la infancia en los que todo era perfecto, cuando mi mayor preocupación era que los Reyes no me viesen portarme mal, y a ver si no me iban a traer la granja de Playmobil, o cuando mi abuela salía a la puerta de su casa y, mientras yo subía las escaleras, ella me decía con un tono cariñoso "¿¿¿¿Quién viene????" y yo corría a abrazarla. Son este tipo de recuerdos los que hacen que me entre esa sensación inexplicable, mezcla de relax y algo parecido a la pena y añoranza, porque sé que esos momentos nunca más los viviré.
Jo, y es que hay taaaaaaantas anécdotas por contar, pero son tan difíciles de recordar en frío, que todo puede llegar a ser incluso confuso. Pero yo creo que, en general, siempre se tiene un buen recuerdo de la infancia, de tu familia, de tu colegio, de simples momentos que no tenían por qué ser realmente importantes, etc. Y es que, ¿quién no se acuerda del típico día de Navidad? Yo recuerdo que esas fechas eran siempre especiales, con un ambiente y un olor especial. Mi familia, que no es precisamente pequeña, y yo nos reuníamos siempre en casa de mi abuela o en mi casa, y se nos ocurría todo tipo de actividades para, no solo pasar el tiempo, sino que ese tiempo fuese especial. Fondues, amigos invisibles, obras de teatro con mis primos, o incluso el simple hecho de retirar las sillas del salón, y que unas cuarenta personas comenzásemos a bailar el No rompas más. Son experiencias realmente sencillas y puede que no muy relevantes, pero no sé por qué, son muy especiales.
Sin embargo, no siempre es necesario recordar momentos completos con sentido y coherencia, sino que, en ocasiones, basta con recordar simples secuencias o detalles, como la funda de flores que solía poner mi abuela en su sofá, mis botines marrones con hebilla, el olor a colegio, o cuando mi madre me llevaba a la guardería en su Ford Mondeo granate, para llegar a notar ese sentimiento único y especial que, de alguna manera, es capaz de transportarte en el tiempo.
Y es que, cómo olvidar los horriperfectos días de colegio, que en su día pudimos llegar a odiar, pero que ahora añoramos más que nunca. Esos días en los que nuestra profe Ana nos hacía un dictado y nuestra letra era realmente enorme. Cuando lo de María come bizcocho nos ocupaba casi dos renglones, o cuando sabernos la temida tabla del nueve nos parecía un auténtico triunfo. Además, junto a esto, seré incapaz de olvidar las pequeñas amistades que se iban construyendo poco a poco en esa inocente infancia. Amistades que creíamos que eran fuertes, y se han debilitado bastante con el tiempo. O amistades que realmente he podido comprobar que han sido, y tengo la certeza de que serán verdaderas, como pasa con mi alocada hierbas, esa persona que siempre recordaré como una niña diminuta con un babi de rayas verdes y blancas y de la cual solo se podían ver los rizos. Alba es alguien que sé que siempre ha estado y estará ahí, a mi lado. No sé por qué estoy tan seguro de ello, quizá sea cosa de los años de experiencia, pero estoy firmemente seguro de nuestra amistad. Y es que, me encanta que seamos amigos, y me encanta tener esa seguridad de que siempre va a estar disponible para todo. Sé que queda mal decirlo, pero es que, realmente, sé que es la verdad. Me encanta que, aunque lleguemos a estar meses sin vernos, todo sea siempre como si la última vez hubiese sido ayer. Como ella dijo una vez, me encanta que nos quedemos callados y no sentirme incómodo por ello, porque sé que es un silencio natural, y no porque no tengamos de qué hablar. También me encanta saber que me sorprenderé con sus ideas de niña rara que todavía hacen que sea más especial, y que refutan las características de su propia personalidad. En definitiva, me encanta tener su amistad, y esa confianza y naturalidad especial que hace que lo nuestro sea todavía más distinto, pero a la vez, más perfecto.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Kate

Hacía ya varios minutos que había sonado el despertador, pero aún seguía envuelta entre las suaves mantas que hacían que el deber de madrugar fuese todavía más costoso. Pero, de repente, sin pensarlo dos veces, salté de la cama y, decidida, agarré la chaqueta de lana que siempre utilizaba en casa. Mi gatita Pearly vino a saludarme, como de costumbre, a la puerta de mi habitación. Tenía que arreglarme deprisa, ya que en menos de dos horas tendría que estar en la universidad.
Mi humilde apartamento de soltera estaba aún contagiado de ese frío que todavía inundaba las solitarias calles londinenses. Era pequeño, pero sin duda, muy acogedor, con fotografías enmarcadas que recordaban mi vida en Leeds, esa vida que tuve que dejar a un lado para centrarme en mis estudios de literatura. Un sofá de cuero antiguo, una colección de Cosmopolitan sobre la mesa de té y una antigua cadena de discos componían el resto de la decoración.
Tenía bastante prisa, por lo que un moño un tanto improvisado y un jersey ancho con botas y medias me salvaron de llegar tarde a mi cita. Una cita especial, en un lugar especial, con olor a Latte macchiato y una suave música envolvente que convertía la sala en un lugar de ambiente apacible. Era una cita diferente, en la que no había hecho falta comunicación verbal. Se llamaba Andrew, y era simplemente perfecto. Su aspecto elegante y serio se fundía con la infinita dulzura de sus ojos melados, pero, sin embargo, todavía no había podido escuchar su voz. ¿Por qué no me hablaba? Sabía perfectamente que se fijaba en mí, siempre me miraba mientras yo, supuestamente, leía algún clásico literario. Sabía que era una persona inteligente, de las más brillantes de su clase. De mi misma edad, estudiante de derecho internacional y apasionado de las artes y el cine en blanco y negro, sería imposible dejarlo pasar. Mary, la dulce camarera de aquella mágica cafetería, había sido durante meses mi confidente. Ella y yo nos conocemos desde hace años, y siempre me contaba que aquel maravilloso chico preguntaba todas las semanas por mí cuando yo no estaba, pero yo nunca me he atrevido a mostrarle abiertamente mi interés por él. Andrew era perfecto, pero no entiendo cómo podía ser tan tímido. Definitivamente, tenía que hacer algo. De hoy no podía pasar.
Corrí hacia la parada cuando el autobús estaba a punto de pasar, y me faltó poco para no poder cogerlo. Me bajé en la parada más cercana a la cafetería, y con un paso rápido, me adentré entre los coches aparcados para llegar hasta la acera. Iba decidida, pero los nervios invadieron mi interior. Di un paso atrás, pero tenía que ir. Tenía que hablar con él. Pero...iba a parecer demasiado descarada. Necesitaba encontrar un modo más discreto. Miré a mi izquierda y Fred's Shop me dio la idea. Le escribiría en una nota algo sencillo, pero que diese a entender que sé lo que siente, y que yo siento lo mismo. Le daría mi dirección, o mejor, mi teléfono. Entré directamente en aquella maravillosa papelería y elegí un papel especial y decorado, la ocasión lo merecía. Rápido, me dirigí a la cafetería. Seguro que ya había llegado. Cuando entré, no estaba. Aquella cómoda de aires románticos roja, azul y blanca estaba vacía. A lo mejor se había marchado ya. Sin embargo, decidí esperar sentada desayunando mi café y muffins de todos los días. No llevaba ni diez minutos allí, cuando de repente lo vi a través del cristal. Llevaba ese perfecto abrigo gris que lo hacía aún más atractivo. Pero los nervios volvieron, no sabía cómo reaccionar. Tenía que irme de allí. Qué vergüenza, no podría darle el papel en mano. Cogí mi bolso y di el último mordisco a esa magnífica muffin. Tenía que salir de allí cuanto antes. Estaba muy nerviosa, más que nunca. Me dirigí rápidamente a la puerta. La abrí, y me dispuse a salir mientras lanzaba un enérgico "adiós" a Mary. Pero él ya estaba ahí, hombro con hombro, mano con mano. No sé cómo ni por qué, en un acto de locura metí aquel papel en su bolsillo. Qué vergüenza, ahora iba a parecer una descarada. ¿Por qué he hecho eso? Encima nos habíamos chocado, me sentía como una tonta. Intenté salvar la situación de algún modo, y solo pudieron salir de mi boca las palabras "Disculpe, iba pensando en mis cosas y no le he visto en la puerta". Un silencio que duraría menos de un segundo se hizo eterno en el espacio. Estaba realmente avergonzada, no entiendía cómo podía haber dicho y hecho esas tonterías. Salí de allí, a paso rápido. No podía girar la cabeza, ¿y si me miraba? Me siento idiota, seguro que piensa que soy infantil y nunca más lo veré por aquí. Por fin pude doblar la esquina, ya no me veía. Ahora no me quedaría más remedio que esperar al sabio destino, que diría lo que podría o no pasar.

(versión de Andrew: http://paseoenvespa.blogspot.com/)

sábado, 22 de octubre de 2011

Te quiero...tan difícil es decirtelo?

Solo quiero que me quieras. Solo quiero que te enteres. Solo quiero estar contigo. ¿Tan difícil es? Sí...vale, es difícil, y puede que hasta improbable, pero no sabes cuánto lo deseo. Mi entrada de hoy, como otras, tiene que ir dedicada a ti. Sé que se está convirtiendo en una especie de "monotema", pero me encanta hablar de ti. Me encanta imaginar momentos perfectos que podríamos pasar. Momentos que nunca olvidarías. Momentos.
Pero no, volvemos a la realidad. No hay nada, ni nadie. No estás conmigo. No me quieres. Todo es triste, feo, negro, melancólico, horrible. Sí, a parte, tengo un día "out", pero es verdad, seamos realistas. Pero volvemos otra vez a lo mismo. Me vuelvo a hacer la misma pregunta. ¿Por qué no puede ser todo perfecto? ¿Por qué no me dices "te quiero"? Dios... sí, lo sé. Es una rayada. A parte, estoy escribiendo como me apetece, lo que hace todo más lioso. Pero bueno, es que te quiero, no hay más. Te gusta otro, lo sé.Otro más feo, (obvio, HÁ) pero bueno, no se puede decir que el chico no sea majo, PERO YO SOY EN TODO MEJOR. Arg. Esto es todo un poco mierda. Me aburro de estar así. Pero es que como te guste él... ¿qué hago, me pego un tiro? es que es un poco flipante todo. Quiero que me hagas un poco de caso. Quiero poder quererte como quiero. Pero no, no te gusto, no puedo gustarte...
Ahora estoy triste, pensando lo "tonta" que eres, y lo TONTO que soy yo sin ni siquiera intentar algo, así que... supongo que volveré a escribir cuando se me pase esta sensación, o cuando tenga algo nuevo que aportar, o simplemente cuando me apetezca. (sí, estoy un poco borde...)

martes, 11 de octubre de 2011

Vive el presente, y disfruta lo que tienes

No sé si será para siempre. No sé si todo esto será de verdad. No sé cuál es su precio de la amistad. Ni siquiera sé cuál es el mío. Lo importante, sin embargo, es que estoy disfrutando el momento, rodeado de la gente con la que de verdad me apetece estar, con la que de verdad me siento a gusto. Me da igual cómo sean, cómo vistan, cómo piensen o cómo hablen. Simplemente me vale con que sean ellos mismos, y que me aprecien y respeten mi forma de ser, de vestir, de pensar o de hablar.
A lo mejor dentro de unos años, cada uno está por su parte, pensando en sus nuevas preocupaciones, separado de lo que durante un tiempo fue divertido, y al menos para mí, único. O quizás no. Quizás sigamos estando tan unidos o incluso más que ahora. Quizá, igual que nos unimos por una simple casualidad, podamos conservar esa unión por mucho tiempo, una unión más fuerte, o quizá constante; la suficiente como para seguir adelante.
De todas formas, ahora "el grupo" es "el grupo", sin un número determinado y fijo, con personas que vienen, que se van, y con los que siempre están. Estas personas son las que realmente "mueven" al grupo. Con esto no pretendo quitar valor al resto, pero sí quiero destacar que cada fin de semana, cada tarde, cada día especial y cada fiesta en los que "el grupo" se ha divertido, se ha peleado, a reído o ha podido llorar, ha sido gracias a ellos, esos que siempre están.
Y es que, por ejemplo, esa chica rubia despampanante, el chico que conducía, la chica con tendencias freakys o esos vecinos inseparables, en realidad me lo han hecho pasar bien. Aunque muchas veces no quiera reconocerlo, he disfrutado, y aun sigo haciéndolo, de estos momentos que sabemos que nunca volverán a repetirse.
Seremos un grupo diferente, o a lo mejor somos un grupo más. Pero yo creo que somos especiales, y tenemos la suerte de que, por lo menos ahora, estamos juntos porque queremos y podemos, porque nos gusta de verdad, y no nos dejamos llevar por apariencias o factores externos. Como en todos los grupos, congeniaremos más con unos que con otros, pero siempre acabamos todos juntos, con nuestros planes "lo que surja" sentados siempre en el mismo banco, pensando qué podemos hacer ese día.
En un futuro, puedo asegurar que este sentimiento hacia estas personas y estos momentos, siempre va a estar conmigo, quizá oculto por otros sentimientos más fuertes que aún nos hayan unido más, u otros sentimientos totalmente opuestos que me impidan ver en una primera reacción lo que un día fue "el grupo", NUESTRO grupo.




En realidad, os quiero un poco.

http://www.youtube.com/watch?v=UOycDErxJDM
(no había otra canción que representase más nuestro ambiente :D)

sábado, 8 de octubre de 2011

Molly apaga su vida.

El jueves, de madrugada, ya no se veía ninguna luz desde la ventana de Molly. Ahora descansa, pero para siempre. Su sobrina Jane cuidaba de ella esa noche. Eran las cuatro y media, y Molly todavía respiraba, de una forma inquieta y nerviosa, pero lo hacía. Jane, debido al cansancio acumulado de no haber dormido durante más de una noche, cerró los ojos por un par de minutos. Cuando los abrió, no se escuchaba esa intensa respiración de Molly. Ya no respiraba. Sin embargo, su cuerpo estaba aún caliente. Jane supo mantener la calma, o por lo menos eso aparentó. Avisó a su prima Alice, que estaba descansando después de haberla cuidado durante todo el día, y más tarde avisó a su madre, Ginger. Ginger, a pesar de que ya estaba preparada para recibir esa angustiosa noticia, se quedó paralizada. La pena y angustia invadieron su cuerpo. Hace pocos días había sufrido una subida de tensión repentina, y aún no estaba del todo recuperada. Todos los hijos de Ginger acudieron a respaldar a su madre, a pesar de que todavía no había amanecido. Bernice también llegó, no parecía demasiado triste vista desde fuera. Yo me enteré por la mañana, cuando por casualidad, llamé a mi madre y me lo contó. Pude hablar con mi abuela. Casi no podía hablar. Su voz, rasgada por la tristeza y la impotencia de ver a una hermana morir, era casi irreconocible. Ginger estaba desolada. Aun así, le reconfortaba el hecho de que mi madre Jane, y el resto de sus hijos, junto con sus nietos, estuviesen arropándola en todo momento. Ginger tiene suerte de tener unos verdaderos hijos.
LLegó el momento del tanatorio. Ginger, sus hijos y su sobrina menor, Alice, quien ha sido la única de las hijas de Molly que ha sabido reaccionar, reciben a conocidos, familiares y amigos que se acercan para dar el pésame. Bernice es una zorra. No hay otra palabra para describir sus actos. Ni siquiera fue capaz de agradecer a sus primas la labor que habían hecho, solo fue capaz de pasarse el día entero en la cafetería del tanatorio, subiendo de vez en cuando para aparentar angustia. Bernice tiene una carta. Una carta escrita por Molly antes de morir. Nadie sabe lo que se ha escrito en esa carta, solo Bernice ha podido leerla. Solo sabemos que en ella dedica una parte a su otra hija, Alice, a sus nietos, y como no a su hermana y amiga Ginger. Bernice se ha apropiado de la carta, no se ha preocupado de al menos fotocopiarla para que su tía pueda leerla. Simplemente ha aclarado que "ya se verá lo que se hace con la carta". Bernice no tiene vergüenza, y menos educación.
Por la noche, después de un día duro, Ginger estaba ausente, callada, paralizada. Creo que no había asimilado del todo lo que había pasado. Estaba triste, pero no estaba sola, mi madre y mi tía estaban con ella. Mañana sería el entierro, una parte triste. Una vez pasado eso, se supone que todas las penas deberían quedar atrás. Se supone.

lunes, 3 de octubre de 2011

1+1

Necesito escuchar dos palabras de tu boca. Dos palabras especiales, que nunca dices y siempre recibes, que siempre añoro y nunca obtengo. Dos palabras que signifiquen algo más, algo que englobe mis sentimientos y los que quiero que sientas. Quiero saber lo que sientes, quiero saber que sientes lo que yo siento. Me gustaría tanto que pensaras solo por un momento lo bueno de decirme esas dos palabras... Sé que no soy perfecto, puede que ni siquiera sea de los mejores, pero tengo total seguridad de que nadie puede "quererte" como yo lo haría. Y es que "querer" no es una palabra que para mí únicamente signifique el hecho de sentir afecto hacia alguien, para mí, son los actos que demuestran el afecto que se siente hacia esa persona: cuidarte, escucharte, entretenerte, besarte...Todo esto, unido al millón de actos con los que se puede demostrar el amor por alguien, forman mi propio significado del verbo "querer", de una forma especial.
Y es que intento impresionarte, pero no lo consigo. No sé cómo hacerlo. Mi situación es comprometida, porque puedo tenerte o perderte en cualquier momento. Por eso me da miedo arriesgarme demasiado, pero me da rabia arriesgar tan poco... Es una situación difícil, ante una chica todavía mas complicada, en la que no sé cómo atraerte ni cómo actuar.
Necesito saberlo de algún modo, necesito que digas, hagas o enseñes alguna pista que me ayude a adivinar eso que creo y no quiero que sientas, eso que todavía nos separa...
Quiero verte a mi lado.
Necesito tenerte.
Me gustas.
Te quiero.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Creo que me estoy dando cuenta... y todavía tengo que asimilarlo.

Sí, estoy empezando a sentir esa extraña sensación que no quiero sentir. Esa mezcla entre felicidad cuando la veo y tristeza por no poder estar con ella. No quiero sentirlo, no puedo aceptarlo, pero... no puedo remediarlo, es inevitable verla y no sentir escalofríos e imaginar cómo sería mi vida si ella estuviese conmigo. No, mi primera reacción al verla no es un terrible deseo por simplemente besarla. Es más que eso. Es una sensación de alivio porque sé que tengo su cariño, pero a la vez de impotencia porque sé que no puedo ni podré tener más que eso, su cariño. Necesito más. Quiero sentir la seguridad de que ella estará a mi lado pase lo que pase, me apoyará y me respaldará, me querrá, me besará o me dedicará palabras que solo pueden decirse a la persona a la que de verdad quieres.
Aún no lo he asimilado. En realidad, siempre había sentido lo mismo, pero de algún modo supe controlar ese sentimiento que ha estado latente durante mucho tiempo. Sin embargo, ahora se me está yendo de las manos y no puedo manejar mis sentimientos. No puedo olvidar lo que siento, no puedo verlo todo de otra manera. Creo que me está gustando demasiado...
En realidad, es normal sentir lo que siento. ¿Qué chico no sentiría lo mismo que yo por una chica como ella? Claro que, a los ojos del "enamorado" todo se ve perfecto, y a parte está la realidad. Y esa realidad es la que de vez en cuando puede ayudarte a reaccionar, y darte cuenta de que no vas a llegar muy lejos sintiendo lo que sientes...o sí. Pero creo que en el fondo prefiero vivir dentro de ese mundo en el que todo lo veo perfecto, su sonrisa, sus ojos, su cuerpo, su voz, sus movimientos...todo es perfecto.
En definitiva, sí, lo acepto, me gusta, no puedo hacer ni decir nada más. Es todo. Me gusta, la quiero.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Molly las tiene contadas...

Hoy ya no tenía fuerzas como para mantenerse en pie. Un cáncer en fase terminal está acabando con sus días de vida. Molly tiene las horas contadas...
Sin embargo, sus hijas no parecen preocuparse demasiado por ella. Bernice, la mayor, intenta hacer ver que vive agobiada por su trabajo y familia. En cambio, el resto de sus familiares sabemos que trabaja como una simple telefonista en una sencilla oficina, y que, aunque tiene a tres monstruos por hijos, también tiene un marido y una canguro dispuesta a cuidar de ellos siempre que quieran. La pequeña, Alice, aún vive con su madre y ha tenido que ser ingresada en centros psiquiátricos en varias ocasiones. Algunos creen que únicamente pretende llamar la atención, otros piensan que la falta de madurez y el exceso de caprichos han hecho que su cerebro se debilitase.
A pesar de todo esto, Molly no está sola. Su hermana y vecina Ginger siempre ha estado ahí, y junto a ella, sus hijos. Tanto es así, que desde que la pobre Molly cayó enferma, Ginger pasó a vivir a casa de su hermana, y sus sobrinos ayudan a cuidarla en lo que pueden. Sin embargo, el importante sacrificio que está haciendo Ginger por su hermana no está siendo reconocido. Hay algo en Molly que a nadie le cuadra, algo que intenta ocultarnos, pero nadie consigue saber cuál es ese gran secreto que esconde. Desde siempre ha protegido de manera sobrenatural a sus hijas. Intenta engañarse a sí misma pensando que si Bernice ni siquiera acude a visitarla o no llama preguntando por ella, es porque es una mujer muy ocupada, con un importante cargo y una familia a la que cuidar. Ginger no aguanta más la situación. Por suerte, puede apoyarse en cualquiera de sus siete hijos, los cuales están pendientes de ella las veinticuatro horas del día, yendo de paseo con ella y ofreciéndole su casa como medio de "desconexión" momentánea de esa situación de estrés que día y noche está viviendo y de la que no sabe cómo escapar. En cambio, el amor por su hermana puede superar cualquier barrera. Ginger, a sus ochenta y tres años, sigue todavía dispuesta a cuidar de Molly en todo momento. Lo más grave es que sus sobrinas Bernice y Alice no son conscientes (o aparentan no serlo) de que una anciana de casi un siglo de vida no puede cuidar de otra anciana que ni siquiera puede valerse por sí misma. Ellas permiten que esa situación se desarrolle y, lejos de ayudar, solo son un estorbo. Por otro lado, son los hijos de Ginger los que, como pueden, intentan solucionar todo este asunto y poner a cada persona donde le corresponde estar.
Quizá esta sea la última semana de Molly, o quizá todavía le queden algunos días más. Lo que sí creo firmemente (aunque quizás me equivoque) es que algo importante puede ser desvelado tras su muerte. Una simple carta, un simple objeto...Hasta entonces, ella seguirá ahí, tumbada en su cama, hinchada y pálida, esperando a que llegue ese momento que todos sabemos que llegará, pero que igualmente nos sorprenderá.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Porque la "Esperanza" es lo último que se pierde...

Y es que no podía empezar hablando de otro tema que no fuese este. Últimamente ya somos demasiadas las personas que nos estamos viendo perjudicadas por las medidas que Doña Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha decidido implantar debido a la crisis que todos (y por todos me refiero a los no-políticos españoles) estamos intentando atravesar.
En primer lugar, esta señora ha decidido reducir la plantilla de profesores de secundaria en torno a un 15%, lo que significa que unos tres mil docentes de diferentes institutos públicos han sido mandados directamente a la cola del INEM. Este acto es en mi opinión, una completa falta de respeto hacia todos esos profesores que han tenido que pasar por una dura oposición y, a pesar de haberla aprobado, no obtienen una plaza fija en un centro, y ahora ni siquiera obtienen un salario. Parece mentira que doña Esperanza ("Espe" para sus amigos y no tan amigos) quiera luego disfrazar este recorte, señalando y recalcando que el Estado se encuentra en un período de crisis, por lo que es necesario hacer estos recortes. Sin embargo, ella y otros muchos políticos creen más necesaria la utilización de coches oficiales para ir a la peluquería (como es el caso de Ana Botella), o el uso de "modelitos" que solo serán utilizados en una ocasión, y que no han sido precisamente baratos.
Por otra parte, estos recortes traerán graves consecuencias para los alumnos, entre las que destaca la exterminio total de los desdobles en asignaturas como matemáticas, lengua castellana o lengua inglesa; reducción o eliminación de las actividades extraescolares, así como las diferentes optativas que hay que elegir cada curso, desaparición del servicio de préstamo de libros en las bibliotecas de los institutos, aumento de alumnos por clase, y un largo etcétera. A esto he de decir únicamente que desde aquí invito a la presidenta a asistir a una clase de primero de bachillerato con treinta y siete alumnos, bastante de los cuales tienen un comportamiento y una actitud que dejan mucho que desear, a ver si de verdad ofrece estas medidas, o si finalmente las cambia...
En definitiva, las medidas que ha tomado nuestra presidenta son totalmente deleznables e incoherentes, puesto que, en mi opinión, está dejando a la enseñanza pública como un tipo de enseñanza de baja calidad, cuando puedo confirmar que no es así. Creo que son incoherentes puesto que, al animar a los padres a que metan a sus hijos en un colegio privado, está perdiendo dinero a largo plazo para el Estado, puesto que cada vez menos alumnos van a asistir a un colegio público. Por último he de decir que Siento una gran impotencia al observar después cómo las familias quedan totalmente engañadas y apoyan sus propuestas y medidas, y en las elecciones, deciden votarla.

Todos tenemos una "primera vez"

Y esta es la mía... La primera vez que escribiré (o por lo menos lo intentaré) en mi propio blog. No sé quién va a ser capaz de leerlo, pero todo aquel que lo lea tendrá que estar preparado para asimilar mis opiniones sobre cualquier tema que se me pueda ocurrir, así como algunas de mis propias vivencias y experiencias. Dicho y advertido esto, ¡empecemos a "converseconvakerosear"!